Por: Juan Chávez
A Ucrania hay que verla como símbolo del moderno colonialismo y no tanto como amenaza de guerra… aunque el colonialismo surgido luego de que Cristóbal Colón descubrió América en 1492, tuvo sus guerras por apoderarse de las nuevas tierras.
En los días que corren, como en los tiempos de hace 500 años, el expansionismo es la cuestión central de la crisis en Ucrania.
Rusia quiere recuperar el territorio y Estados Unidos con Europa al lado, lo necesitan para sumarlo a la Organización del Tratado del Atlántico (OTAN) e integrar la cadena de países del este europeo que Rusia tuvo en su poder en sus tiempos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y que perdió a raíz del derrumbamiento del muro de Berlín en los años 90 y propició la unidad de Alemania, el poderoso país de la Unión Europea.
Pero no habrá guerra internacional y sí una especie de guerra civil ante la amenaza rusa de invadir Ucrania.
A última hora (5 de febrero) la tensión es máxima en torno a la crisis de ucraniana. Tras los últimos movimientos de tropas de la OTAN hacia Europa del Este, el Kremlin ha respondido afirmando que la probabilidad de un enfrentamiento armado es más elevada que nunca. Creen que Occidente está armando a Ucrania y acusan a la exrepública de intentar sumarse a la OTAN para sacudirse las amenazas de Putin.
Pero ¿qué es la OTAN? Una organización política militar surgida en la Guerra Fría para garantizar la seguridad y la paz en la Europa unificada y que integran 29 países, entre ellos algunos que pertenecieron a la URSS y otros, como Hungría y Polonia que manejaba a su antojo.
El mundo ha cambiado tanto, que si en 1917 Woodrow Wilson quería hacer del mundo un lugar seguro para la democracia, en el 2022, parece que Xi Jinping y Vladimir Putin lo quieren hacer un lugar seguro para la autocracia, y que Ucrania se ha vuelto una pieza fundamental, del rompecabezas con el que quieren armar un Nuevo Orden Mundial.
Así las cosas en este frío invierno, que si bien se compara por su tensión con la Guerra Fría, se debe tener presente que su naturaleza es diferente, y que probablemente, lo único que tengan en común sea el clima.
Vladimir Putin logró el viernes 4 de febrero el apoyo de China en los principales temas que avivan la crisis ucraniana y enfrentan a Rusia con los países occidentales, mientras se intensifican los esfuerzos diplomáticos europeos para evitar un conflicto.
Con motivo del encuentro entre el presidente ruso y su homólogo chino Xi Jinping en Pekín, los dos países publicaron una declaración conjunta criticando la influencia estadounidense y el papel “desestabilizador” de las alianzas militares occidentales, comenzando por la OTAN, en Europa y en Asia.
Rusia y China se opusieron “a cualquier ampliación futura” de la Alianza Atlántica, retomando la exigencia de Moscú para lograr calmar la tensión con los países occidentales por Ucrania.
Rusia ha desplegado decenas de miles de soldados en la frontera con su país vecino desde hace meses, lo que para los occidentales es una muestra clara de que hay un plan militar inminente.
Pero Rusia lo desmiente y se dice amenazada por la OTAN, a la que pide que no se amplíe, y por tanto que no incluya a Ucrania y se retire de la zona del este de Europa.
Estas demandas son inaceptables para los países occidentales.
Europa y Rusia no pueden enfrentar una guerra. Los países europeos dependen del gas que por millones de toneladas métricas, Rusia les envía todos los días en la enorme red de ductos que tiene, muchos de los cuales atraviesan Ucrania.
Europa no puede subsistir sin el gas ruso y Rusia no puede dejar de venderlo a los países de la Europa Occidental. Se suicidaría económicamente si llega haber un conflicto armado. ¿A quién le vendería el gas, sostén de su economía?
La diplomacia, hoy más que nunca, deberá apagar la crisis ucraniana. No hay de otra…