Salud presidencial: entre Peña Nieto y AMLO

Cuatro Q

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Información & Análisis

Era el mes de junio de 2014 y Andrés Manuel López Obrador difundió en las “redes sociales” un tuit en este sentido: “Existe el rumor de que Enrique Peña Nieto está enfermo. Ni lo creo ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad”.

Sucedió que el 31 de julio de 2013, la Presidencia de la República informó que el presidente Peña Nieto había sido operado para retirar un nódulo tiroideo, que es un crecimiento generalmente asintomático en el cuello al lado de la glándula tiroides. Se recuperó en cuatro días sin consecuencias posteriores. Hoy día, el ex presidente, a ocho años de distancia y con 53 de edad, se mantiene

esbelto y con tan buena salud, que goza de la vida en Europa en compañía de una beldad unos 23 años menor.

Pero en 2014, un año después de una operación sin secuelas, un rumor le pareció a López Obrador motivo suficiente para su renuncia “por incapacidad”.

En este arranque de 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue conducido con mucho sigilo hacia el Hospital Central Militar (el mismo donde fue operado EPN) para un “cateterismo de rutina” (sic), lo que fue informado varias horas después, de forma escueta y contradictoria, primero por el vocero oficial, Jesús Ramírez Méndez y después por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.

Con ciertos asegunes, el tuit de AMLO en 2014 podría repetirse con solo cambiar “presidente Enrique Peña Nieto” por “presidente Andrés Manuel López Obrador”.

Curiosamente, en el año 2013 el candidato derrotado en las elecciones presidenciales, Andrés Manuel López Obrador, una medianoche fue trasladado de emergencia al Hospital Médica Sur (con tarifas solo para magnates) donde fue operado de emergencia y se le colocaron varios “stens” en el corazón.

En síntesis, el presidente AMLO, de 68 años, hipertenso, es un paciente cardiaco que requiere una serie de medicamentos especializados de por vida. Eso lo sabían todos los que votaron y los que no votaron por él en 2018.

Y sucedió que, con su “cateterismo de rutina” puso el tema a discusión en todos los medios.

¿Por qué se necesita un catéter? Información médica disponible en Internet nos dice: “Por angina de pecho inestable, calor en el pecho por falta de riego sanguíneo en las arterias…”

Complicaciones posteriores: “Infección, hematoma, disección coronaria, arritmia ventricular y otros más”.

El sábado siguiente por la tarde, en un video, el presidente López Obrador reiteró lo de “cateterismo de rutina” y afirmó sentirse con buena salud y excelente ánimo.

Pero, acto seguido, dijo algo que todavía se comenta por ahí con algo de perplejidad: “Ya tengo mi testamento político”.

Agregó que “debe actuar con responsabilidad” en caso de “ingobernabilidad” y que por eso “No puedo dejar a un país en proceso de transformación”, y señaló una serie de indicaciones y especificaciones a sus partidarios de la 4T para que “continúen con el proceso de transformación de México”.

Lo que sí quedó suficientemente claro es que el presidente AMLO siente pasos en la azotea y comienza a buscar la forma de trascender, todo acorde con su conocida obsesión “por su paso a la historia”.

TESTAMENTOS Y LA OBSESIÓN POR INMORTALIDAD

Hay reseñas de “testamentos políticos” de personajes históricos, muchos de los cuales figuran en la historia pero no necesariamente, como ellos lo pretendieron.

Vladimir Ilich Lenin enfermó gravemente y a pocos días de su muerte concluyó un testamento donde ordenaba defenestrar a Stalin como Secretario General del Partido Comunista (¿Por qué no lo hizo en vida? Misterio), que el documento fuera leído en el XII Congreso del Partido y exigía que se formara un triunvirato para el gobierno

de la URSS. Nada de eso se cumplió: Stalin tomó el poder absoluto, Trotsky huyó a México, vino la colectivización forzosa de la tierra, 30 millones murieron de hambre y en los juicios de Moscú aniquiló a los bolcheviques y a buena parte del alto mando del ejército.

Hitler, poco antes de su suicidio, “nombró” como Führer al almirante Doenitz y ordenó impedir que Himmler negociara con los aliados pero, muerto el perro, el grito fue “sálvese quien pueda”.

El 20 de noviembre de 1921, en el Anfiteatro de la Escuela Preparatoria, F. González Garza dio lectura a un mamotreto de 28 páginas con el título de “Testamento político de Francisco Madero”.

A manera de remate, González Garza dice ahí: “Nuestra salvación está en respetar y cumplir el testamento político de Madero: Consolidar y desarrollar nuestras instituciones democráticas (¿?) y emancipar de sus miserias e infortunios a nuestras clases desheredadas, echando mano para ello de toda la integridad, desinterés y patriotismo de que seamos capaces”. (¡Uju!)

Un “testamento político”, de manera general, es donde los políticos, convencidos de que son insustituibles, no se resignan ante lo inevitable de la muerte y proceden a legar una especie de manual póstumo donde se indica la forma en que su gloria siga su curso, aunque su persona físicamente haya desaparecido.

Es una especie de megalomanía post mortem. “Ya no estaré para velar por la felicidad de mis compatriotas y por eso, espero que quien me suceda en el mando, entienda que sólo siguiendo mi guía puede mantener el orden y progreso que yo he logrado”.

La megalomanía es un trastorno mental que, si se da en un tipo sin poder político, militar, empresarial, solo queda como un lunático que

provoca carcajadas o lástima. Pero en un personaje poderoso, genera desastres, ruina, dolor, miseria…

Son muchos y muy conocidos los aduladores, lambiscones, genuflexos, alfombriformes y desvergonzados que aplauden de forma estentórea todo lo que dice y hace el presidente AMLO.

Pero como para muestra basta un botón, he aquí a Míster John Ackerman, quien escribió lo siguiente:

“No sólo Dios, también el pueblo de México, en su conjunto, quiere y requiere que Andrés Manuel López Obrador culmine con bien su mandato. El próximo 10 de abril saldremos masivamente a las calles para ratificar el mandato de nuestro presidente, y también para demostrar nuestro respaldo a la 4T.

“Los padecimientos médicos pasajeros de AMLO no impedirán un cierre magistral del sexenio, con inauguración de grandes obras y la consolidación de profundas transformaciones políticas y sociales. El 30 de septiembre de 2024 las avenidas de la Ciudad de México se colmarán de caras llenas de alegría y agradecimiento al despedir a uno de los mejores presidentes que jamás haya gobernado nuestra hermosa patria”.

¿SERÁ CANDOR… O…?

El columnista Raymundo Riva Palacio, cuyos análisis con frecuencia molestan a nuestro presidente, escribió: “Cuando AMLO, de pronto, nos dejó perplejos a todos al hablar de su testamento político, su candor generó muchas preguntas sobre su salud y sobre lo que tiene en la cabeza para mantener el poder, si no de manera directa, a través de instrucciones post mortem que denomino su testamento político.

“¿Qué lo impulsó a hablar improvisadamente sobre un tema tan delicado? Sigue sin entender que, como presidente, su palabra tiene un gravitas diferente al resto de los mexicanos y dejar sobre la mesa la posibilidad de su muerte en el cargo, no genera certidumbre, sino lo contrario”.

Días después, cuando en la “mañanera”, AMLO anunció los cambios en Fonatur, respecto del funcionario despedido, dijo: “Es que necesitábamos terminar esas obras (Tren Maya) y necesitábamos responsables, que estén comprometidos por entero, que no se detengan ante nada y se apliquen a fondo… lo lamentamos, nos da pena, pero por encima de todo, está el interés superior… podemos querer mucho a una persona, pero si no se aplica, no se entusiasma, que estamos viviendo un ejemplo histórico… entonces no está entendiendo”.

Al día siguiente, cuando en los periódicos y noticiarios de radio y tv salieron esas declaraciones, muy alterado, dijo: “¡Yo no dije eso, yo no lo culpé, pero así lo interpretaron Aristegui, el Reforma, y otros, hablando de que yo había descalificado a Rogelio Jiménez Pons, pero es una distorsión completa…”

Después, en lo referente al nombramiento de Pedro Salmerón como embajador en Panamá, y lo dicho por la canciller de ese país de que “ya entregamos nuestra respuesta a la cancillería de México”, el presidente AMLO, para asombro de todos, dijo: “No he leído esa carta, no sé que es lo que plantea…” y reiteró su decidida defensa del acusado de acoso sexual. De nuevo, el asombro general.

CONSISTENTE EN SUS INCONSISTENCIAS

Riva Palacio escribió reflexiones en torno a todo eso de esta forma: “Las actitudes del presidente López Obrador suelen ser disruptivas,

provocadoras. En ocasiones, son intempestivas, improvisadas, inesperadas, donde rompe lanzas y teje nuevas alianzas que, al día siguiente, puede también dinamitar.

“Este zigzagueo lo hace ser un hombre de tempestades y consistente en sus inconsistencias… (puede) “dar un salto mortal sin red de protección que deja un sabor de boca amargo… salto mortal fue salir en defensa apasionada y firme de una persona acusada de acoso sexual y asegurar convencido que lo que dijo la víspera no salió de su boca… culpó como siempre, a los medios, que lo colocan en el aparador, donde no le gusta verse, ni acepta como error la ligereza en la que incurre… reacciona impulsivamente, mostrando una inteligencia emocional que a veces es inexplicable, como cuando también, de la nada, se metió en un pantano, comenzó a patalear, sacó la espada y metió las manos al fuego por quien carga en su equipaje la infame acusación, a Pedro Salmerón lo anunció como embajador sin esperar el beneplácito de parte de Panamá”.

El periodista hace notar que Salmerón es “protegido de Beatriz Gutiérrez Müller y que eso quizá explique los afanes del presidente, y abunda en que “el presidente está procesando todo con el mismo filtro reduccionista y sus fijaciones deben ser motivo de preocupación. Si está tan cerrado y tiene una mirada tan obtusa de las cosas ¿puede someter su toma de decisión a procesos objetivos? Claro que no”.

Si. Es algo, realmente, mucho muy preocupante.

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