Por: Juan Chávez
Comienza el mal considerado mes de la patria con el maldito segundo informe del presidente López Obrador.
¿Por qué maldito?
Escuchamos vociferaciones contra los que han saqueado al país, pero no hubo referencia del hermano Pío López Obrador recibiendo de David León, el que iba a manejar el mercado y distribución de las medicinas, fajos de dinero según en el video difundido en la segunda quincena de agosto.
Será mucha comunicación y pocos resultados. Será una desdichada reiteración de lo que le escuchamos todas las mañanas. Más de lo mismo.
El presidente más votado y, quizá, el más popular de la historia contemporánea de México, en su segundo informe de Gobierno no dijo mucho; no dio cuenta de un país destruido por la pandemia y la inseguridad.
Pero también hundido en una economía que pierde millones de empleos y genera más pobreza en todo el país.
Como buen fabricante de culpables y no de soluciones, Andrés culpará a la pandemia, como ya lo ha consignado en sus boleros mañaneros de Palacio, de la caída de la actividad productiva en más de 18% en el segundo trimestre de año.
Repetirá, en esa culpabilidad al covid-19, lo que su vocero de la pandemia, Hugo López Gatell, difunde como salvavidas de las cifras del avance implacable del mortal virus: la mala nutrición de los mexicanos.
México está en recesión y va que vuela a quebrar pequeñas y medianas industrias, más de las miles que el coronavirus hizo desaparecer.
Antes de la pandemia íbamos mal, ahora con el parón económico estamos peor. No hay rubro en el que el gobierno entregue buenas cuentas. Sus megaproyectos avanzan a cuentagotas, van dejando una estela de capricho y corrupción, socios y compadres son los beneficiarios de la obra pública. Entre consultas públicas y otros disparates se consume el gobierno.
La inseguridad y los homicidios se incrementan, la sombra de la captura y liberación de Ovidio Guzmán se cierne sospechosamente. El secretario Durazo con un pie en Sonora no tiene la cabeza en su encargo.
Su percepción de la corrupción en el sector salud, L(i)opez lo llevó a su desmantelamiento, y convirtió al sector en hartamente insuficiente. Testimonios de muertes por desabasto de medicamento inundan las redes sociales. La pandemia desnudo los huesos putrefactos y corruptos de la estrategia en el sector salud.
Para decirlo claro, AMLO perdió la oportunidad de ser el mejor presidente de la historia de México, no fue la pandemia, fue su necedad. Mucha propaganda, y pocos resultados son la tónica de su gobierno, fabricar culpables y no soluciones, al final cansó a los mexicanos.
Entre subastas para devolver al pueblo lo robado, una estrategia fallida ante la pandemia, AMLO privilegió su popularidad por encima del bienestar de los mexicanos y del desarrollo del país. En su ambición lleva la penitencia. Algún día la historia lo llamará a juicio.