Aprendimos en la escuela que México es un cuerno de la abundancia, pero esa enseñanza, en la primaria, no constituyó más que una simpleza para definir al país que, en efecto, contaba –y cuenta—con recursos naturales extraordinarios inaprovechados o explotados por extranjeros o la ambición de unos cuantos mexicanos.
La minería es, en efecto, el claro ejemplo del saqueo de que México ha sido objeto desde los tiempos de la Conquista y que aún ahora, con el gobierno de López Obrador que se dice “transformador”, no toca a los extranjeros que explotan las ricas minas mexicanas.
El oro, la plata y otros metales valiosos, son extraídos inmisericordemente por las trasnacionales a cambio de un “impuesto figurado” nada equivalente a lo que los extranjeros se llevan del subsuelo mexicano.
A través de la historia, en la materia, se ha legislado una y otra vez. El artículo 27 de la Constitución ha sido el punto de partida al establecer el dominio de la nación sobre los recursos minerales del subsuelo, dando oportunidad a particulares, mediante concesiones, para que extrajeran esos recursos. ¡Pero resulto que los concesionarios son extranjeros!
México se ubica como como el quinto mejor destino a nivel mundial para la inversión en la industria minera, de ahí que 93% de las 345 empresas que operan en territorio nacional sean de origen extranjero, mientras que solo 21 son mexicanas, según datos del Sistema Nacional sobre Economía Minera del 11 julio de 2017.
De acuerdo con La Jornada hasta agosto de 2012 existían en el país 27,211 concesiones mineras, lo que representaba una superficie territorial de aproximadamente 31 millones de hectáreas, es decir, el 16.1% del territorio nacional. Algo así como el tamaño del territorio de Chihuahua.
La minería es una de las actividades económicas de mayor tradición en México. Se practica desde la época prehispánica y fue uno de los factores de expansión regional durante la época colonial. Durante el México Independiente, la participación de la industria minera fue un factor importante para que destacara la productividad económica de algunas regiones en el país.
En fechas actuales, México es atractivo por sus recursos para inversionistas y empresarios mineros del mundo, pues es el primer productor mundial de plata, undécimo de oro y duodécimo de cobre. También es el segundo mayor productor de fluorita, el tercero más grande de bismuto y el quinto más grande de plomo.
La producción minera de México, por su valor, se distribuye de la siguiente manera: 21% oro, 20% plata, 14% cobre, 8% zinc y el resto de otros minerales, según datos de la secretaría de Economía.
Con ser la minería una pieza clave para alcanzar el crecimiento económico sostenido que el país requiere, nos mantiene en el retraso económico porque los extranjeros nos arrebatan esa riqueza sin pagar siquiera tasa impositiva.
Hasta los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, la concesión de explotación minera por particulares, nacionales o extranjeros, no pagaba un centavo de impuestos.
Las empresas mineras gozan de muchos privilegios fiscales. Por ejemplo, el Grupo México, de Germán Larrea (que fuera considerado el segundo hombre más rico del mundo, después de Carlos Slim), pagó únicamente el 3.9% de impuestos en relación a sus ventas y obtuvo 7 mil 198 millones de pesos en impuestos diferidos en 2008, según datos de la secretaría de Hacienda y Crédito
Público. Las mineras Frisco, de Carlos Slim, y Grupo Peñoles, de Alberto Bailleres, gozan de estímulos fiscales muy generosos por parte del Gobierno federal. Y las extranjeras gozan igualmente de tales beneficios.
El saqueo de los minerales está a la orden del día y ahora que López Obrador les ha impuesto un “gravamen simbólico”, las empresas de Canadá protestan y anuncian con llevar su caso a los tribunales internacionales.
López Obrador debió haber exigido a España, a propósito de la celebración de los 500 años de la Conquista, no un reclamo diplomático político (perdón por las inmisericordes matanzas de indios), sino indemnización por el saqueó de la riqueza mexicana que llevaron a cabo al establecer los reales mineros, como Real del Monte, en Hidalgo o Real del Oro, en Edomex.
La producción minera se encuentra en la posición diecinueve a nivel nacional, considerando la explotación de minerales como oro, plata, cobre, plomo, barita, caolín, diatomita, dolomita, feldespato y yeso.
Existe una amplia variedad de minerales en la Tierra. La naturaleza los presenta acumulados en lugares conocidos como yacimientos, los cuales se encuentran al aire libre o en el subsuelo a diferentes niveles de profundidad. Los minerales se dividen según sus características en metálicos, no metálicos y energéticos. Los metálicos, a su vez, se clasifican en metales preciosos, metales industriales no ferrosos y metales siderúrgicos.
Los conflictos mineros se han difundido por diversos medios impresos y electrónicos, principalmente por los daños ocasionados a la ecología o al ambiente, así como a las organizaciones territoriales y vida comunitaria de los habitantes.
El problema ecológico y la desestructuración son de las afectaciones más recurrentes tanto a nivel local como nacional e internacional, puesto que los impactos que sufren los territorios por las labores de exploración y explotación de las empresas mineras no dejan exento de daños ecológicos y socio-territoriales a ninguno de los lugares donde se llevan a cabo.
Estos daños, en mayor o menor medida, contribuyen a la contaminación y agotamiento del agua, la contaminación de suelos, el desgajamiento de cerros, la contaminación por ruido, la intrusión en zonas naturales protegidas, la explotación y el transporte clandestino de minerales, la desestructuración territorial, además de que se relacionan con amenazas a opositores, desapariciones y muertes de lugareños.
De hecho por la explotación minera, el mundo contempla procesos de recolonización…, degradando a la naturaleza y acabando con las formas de vida de comunidades enteras.
Las empresas mineras en territorio mexicano se caracterizan por operar en forma de enclaves económicos que no promueven la diversificación de la actividad económica local ni se integran con las actividades productivas de la región; así, la economía de las localidades se ve fuertemente afectada por las fluctuaciones de la actividad minera y los ajustes que esta pueda tener en su planta laboral, que en los grandes consorcios llegan a plantillas de 2 mil trabajadores.
En México, entre los lugares donde se han generado conflictos derivados de la explotación minera se cuentan, entre otros, Tetela (en la Sierra Norte de Puebla), Chiapas, Michoacán, Baja California Sur, Querétaro, la Montaña (región de Guerrero), Valle de Ocotlán (Oaxaca), Sonora, Chihuahua, Zacatecas, Durango, la frontera Jalisco-Colima e Hidalgo.
El conflicto de Cananea, y López Obrador se ha zambullido en él en busca de una solución, lleva décadas.
Pero los abusos de las empresas mineras seguirán saqueando al país que de cuerno de la abundancia parece más bien un embudo muy cerrado en la parte inferior, para dejar caer a los mexicanos “dueños de los recursos del suelo y del subsuelo”, la miseria de 1.18% en impuestos, mientras Canadá, uno de los saqueadores, les cobra a sus mineras el 18% sobre ganancias brutas.
La Revolución, que creó el sistema ejidal, sumió en la angustiante miseria a los campesinos de las tierras ejidales o comunales, cuyos misérrimos habitantes sólo miran como el oro, la plata y otros metales, son sacados de las profundidades de sus tierras por la avaricia de extranjeros y connacionales, sin dejarles un centavo para aliviar las penalidades que sufren. Ni siquiera reciben “espejitos”, como Moctezuma…