Los túneles de Tepito

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No es leyenda ni mito: Tepito, el barrio bronco de México, está asentado sobre sótanos que se comunican a través de túneles

Son, digamos, dos Tepito: el de arriba y el de abajo, donde se traman crímenes, se manejan a discreción las drogas y donde se encuentran las fábricas de la piratería, por ejemplo la de los cidis, musicales y cientos de productos fáciles de comercializar.

Es como si la justicia tuviera dos amantes, a los que consiente en tarea inútil de mantenerlos controlados.

La Unión Tepito controla 10 vecindades (la famosa de dos salidas Jesús Carranza-Peralvillo, entre ellas– que están intercomunicadas con pasadizos. La autoridad, con sus operativos eternos apenas habla de un túnel descubierto pero los que se han adentrado al bronco barrio, aseguran que, por lo menos existen 20 pasajes.

Los inmuebles son utilizados por la agrupación como casas de seguridad o bodegas y por eso en Tepito se encuentra de todo. Es el almacén de “las cien puertas” o “Tepis Company”, si se quiere.

Ubicado en la colonia Morelos, el “Barrio bravo” tiene la fama de ser uno de los más peligrosos de la ciudad por su alto índice de delincuencia. La comunidad de sus habitantes, no obstante, ha creado el tradicional tianguis que se extiende por todo el Eje Central hasta Garibaldi, la colonia Guerrero, la Lagunilla y La Merced, surtidos por las fábricas de los sótanos y el contrabando.

De hecho, La Merced y La Lagunilla forman con Tepito el gigantesco mercado de la Ciudad. Digamos que está delimitado por Fray Servando Teresa de Mier, la Avenida del Trabajo, la calle de Gorostiza y la avenida Peralvillo.

Tradición, comunidad, cultura y una gran diversidad de productos son los secretos que guarda el emblemático barrio de la Ciudad de México

Tepito tiene origen náhuatl, y es una derivación de teocatl-tepiton, que se traduce como “pequeño templo”

El origen de este enigmático sitio se remonta a la época prehispánica cuando era una de las fronteras de Tenochtitlán y Tlatelolco; fue uno de los últimos barrios en ser colonizados ya que se oponían rotundamente a la llegada de los españoles. No obstante, la zona terminó siendo controlado por los originarios tlatelolcos y se le empezó a conocer como San Francisco Teocaltepiton.

Está registrado que con el otro nombre con que se le identificó en los tiempos coloniales, Mecamalinco fue donde el capitán Garci Holguín capturó a Cuauhtémoc y se destaca que ahí comenzó la historia negra del barrio, pues las crónicas españolas hicieron creer que fueron los habitantes de Mecamalinco quienes entregaron al Tlatoani.

Años más tarde, los historiadores Antonio Caso y R. H. Barlow hicieron un mapa de los antiguos barrios gobernados por el señorío de Tlatelolco y se percataron de que en el espacio entre el Templo Mayor y la zona comercial de Tlatelolco había un caserío conocido como Mecamalinco. Ahí se ponía un modesto tianguis cuyos puestos tenían fama de ofrecer mercancías robadas, sobre todo ropa, herramientas y comida.

Después de la guerra de independencia, Tepito se convirtió en una zona olvidada debido a la escasez de agua, a su vez comenzó a ser poblado por artesanos y agricultores pero también por criminales prófugos de la justicia, prostitutas e indigentes que encontraron un refugio entre sus calles.

En 1874 se permitieron la apertura de pozos para abastecer de agua a los habitantes de la zona. Esto permitió que diez años más tarde el barrio bravo se poblara más y sus habitantes comenzaron a construir casas individuales que posteriormente se convertirían en vecindades que hasta la fecha siguen en pie.

Poco a poco el comercio informal comenzó a ganar terreno en Tepito y las icónicas vecindades se convirtieron también en grandes bodegas donde los vendedores guardan hasta el día de hoy su mercancía.

A principios del siglo XX el Ayuntamiento de la Ciudad de México, a cargo de Miguel Ángel de Quevedo, decidió reubicar el tianguis de El Volador que estaba en el costado sur del Palacio Nacional hacia las calles que dan entrada a Tepito, convirtiéndolo así en uno de los tianguis más extensos de la ciudad.

La Guerra Cristera orilló a cientos de personas a emigrar y muchas de ellas llegaron a establecerse en el barrio bravo, la mayoría eran zapateros por lo que en poco tiempo el barrio se ganó la fama de ser uno de los principales sitios de comercio de calzado.

Para las décadas de 1940 y 1950 en las inmediaciones del famoso tianguis se comenzaron a comercializarse todo tipo de artículos, desde ropa a electrodomésticos, artículos de higiene personal, juguetes o instrumentos para practicar algún deporte.

Desafortunadamente, este factor también propició que el barrio se convirtiera en la cuna de la piratería, donde cualquier persona puede encontrar artículos de marca pero con una menor calidad en los productos. Se desató además la venta de drogas y artículos ilícitos comenzó a abundar entre sus calles, y hasta joyas, perfumes, armas de grueso calibre y vinos finos clonados, son el común diario del comercio legal o ilegal tepiteño.

Entre sus habitantes es frecuente escuchar que “Tepito existe porque resiste”, lema que ha permanecido y ha ganado credibilidad ya que todos los locales han buscado la forma de salir adelante aun cuando la misma ciudad les da la espalda.

Pero no hay duda de que Tepito, cuna de excelsos boxeadores como Kid Azteca y el Ratón Macías, forma parte del diario acontecer citadino, como Barrio Bronco, porque su conjuración con las autoridades capitalinas es la que manda.

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