Ley Zaldívar; reelección de AMLO

Cuatro Q

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Información & Análisis

Juan Chávez

Para algunos analistas políticos, la arrebatada decisión del Senado de extender por dos años más el mandato del presidente Arturo Zaldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación es una falla de López Obrador.

No lo considero así. Es el atentado mayor a la vida institucional de México. El socavamiento a las instituciones autónomas, como lo ha venido haciendo puntualmente en los 28 meses que lleva como jefe del Ejecutivo.

Pretende ahora colocar bajo su férula al Poder Judicial Federal y “fabricar” luego por la vía de la Constitución, alargar su mandato como Presidente de la República. Su reelección automática pues.

Sí para el ministro Zaldívar, electo para 4 años, dos más significan alargar su liderazgo en el alto tribunal hasta noviembre de 2024, ¿por qué no pensar que lo propio haría López Obrador?

No en balde ha estado desapareciendo organismos autónomos que de alguna forma constituían un contrapeso a las decisiones del Poder Ejecutivo.

El golpe a la división de poderes y a la democracia ha sido certero y barrerá con la institucionalidad republicana si la Cámara de Diputados aprueba la minuta que recibió del Senado con ese diábólico y mañoso treceavo artículo transitorio introducido a la iniciativa de reformas a la Ley del Poder Judicial Federal.

Por otra parte y en plata pura, L(i)opez intenta contar con un jefe del poder judicial cómodo para los proyectos que busca con su cuarta transformación y que tienen que pasar por el Alto Tribunal o que no se acuda a él para descalificarlos como aconteció, por ejemplo, con su Ley de Reforma Eléctrica que la SCJN colocó en el limbo.

Lo más grave es lo que hay de fondo. Los periodos de los ministros de la Suprema Corte, del INE y de otros organismos claves fueron establecidos deliberadamente en múltiplos de años distintos al sexenal, con el propósito de que estos funcionarios no respondieran automáticamente a la filiación política del Gobierno en turno o del Poder Legislativo predominante. Fue un acuerdo pactado desde hace años por todas las fuerzas políticas y quedó inscrito en la Constitución, con el propósito de ir sacudiendo al sistema político del pesado presidencialismo que le caracterizaba.

Y si bien tal presidencialismo no se ha desdibujado del todo, ni mucho menos, ni los presidentes ni los gobiernos en turno se atrevieron a violar la norma que los limitaba. Hasta ahora.

Fue un acuerdo pactado desde hace años por todas las fuerzas políticas y quedó inscrito en la Constitución, con el propósito de ir sacudiendo al sistema político del pesado presidencialismo que le caracterizaba.

La duda que tienen todos los que conocen a Zaldívar es si él estará dispuesto a aceptar una argucia que lo haría cómplice de algo que traiciona a su trayectoria y a su imagen profesional. Justamente el hecho de que quieran extender su periodo porque lo consideran favorable, es un insulto a él mismo y a la noción de una Suprema Corte independiente de la voluntad del soberano.

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