Por: Juan Chávez
Ahora que se le rinde homenaje a la caída de Tenochtitlán y a la consumación de la Independencia el 27 de septiembre de 1821, justo es fustigar a las autoridades de la 4T, empezando por su mandamás de Palacio, por mantener en el olvido el Ahuehuete de Cuauhtémoc (así, con A mayúscula), testigo fiel de la batalla ganada a los conquistadores españoles.
Es un olvido imperdonable o desconocimiento pleno de los detalles de la guerra de conquista que sí supo conservar, por casi 500 años, el ahuehuete donde lloró Hernán Cortes y que todo buen mexicano conoció como el árbol de la noche triste.
Cuauhtémoc plantó el Ahuehuete en Xochimilco, en reconocimiento a los xochimilcas que combatieron al lado de los aztecas contra el ejército español y sus miles de aliados indígenas de otras regiones del país, principalmente de Tlaxcala.
El histórico Ahuehuete fue víctima de la plaga del muérdago que ataca a ese especie de árboles y parasita en ellos, a los que al cabo de 10 años, obliga desplomarse con el desprendimiento, poco a poco, de sus extensas ramas.
El Ahuehuete de Cuauhtémoc fue atacado por la plaga hace unos 20 años y se ignora si fue salvado o no, porque empezó a abrirse cuando se le desprendió el cinturón de acero que le mantenía en pie.
El Ahuehuete fue nombrado en 1921, a 100 años de la Independencia, Árbol Nacional del país. Hoy, se le ignoró por completo.
Los ahuehuetes son árboles que han contemplado los dolores y glorias de México. La vigorosidad de su tronco y sus frondosas ramas, en algunos momentos de la historia de México arroparon a ilustres personajes. Tal fue el caso, lo reiteramos, del conquistador español (1485-1547), quien tras perder la mitad de sus hombres a manos de los mexicas en la batalla del 30 de junio de 1520, entregó sus lágrimas a un ahuehuete que años más tarde sería conocido como “el árbol de la noche triste”. Lamentablemente dicho árbol pereció en 1980, tras ver como sus ramas ardían a manos de un fuego cobrizo, y hoy, doña Sheinbaum lo ha borrado de la historia al cambiar el nombre de la avenida Puente de Alvarado por México-Tenochtitlán, en un empeño por los valores que solo los de la cuarta transformación sienten muy suyos.
Xochimilco está ubicado a 28 km hacia el sur de la Ciudad de México. Con su red de islas y canales artificiales, testifica el esfuerzo de los aztecas por construir viviendas en ese entorno poco favorable. Sus peculiares estructuras urbanas y rurales, construidas desde el siglo XVI y durante el período colonial, han sido preservadas de forma excepcional.
Pero la jefe de Gobierno y el mandamás de Palacio, fueron incapaces de trasladarse a Xochimilco y rememorar y rendir homenaje al Ahuehuete sembrado por Cuauhtémoc.
Los ahuehuetes tienen la virtud de enraizar de cero a 50 metros de profundidad y vivir del agua de los mantiales profundos y de señalar a los seres humanos que ahí, donde ello viven a veces más de 500 años si no son atacados por la plaga, hay agua potable.
El Ahuehuete que en 1521 plantó Cuauhtémoc en agradecimiento a los xochimilcas por haber defendido Tenochtitlán, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987. En el Barrio de San Juan, sus habitantes viven la tristeza de haber visto al Sabino derrotado por la plaga del muérdago, por la desatención de las autoridades de la alcaldía, del Gobierno de la Ciudad y del Federal que
encabeza AMLO. Ya ve usted: mucho recuerdo de fechas a lo güey y ni un pestañeo al sitio donde fue sembrado el histórico Ahuehuete.