Por: Juan Chávez → Definitivamente, Omar García Harfuch no es un hijo de vecino.
La justicia en el atentado al secretario de Seguridad Ciudadana del Gobierno de la Ciudad, le llega rápido y fácil.
Eso, independientemente de que no fue atendido en Xoco sino en un hospital cinco estrellas del sur de la ciudad donde fue intervenido exitosamente de los tres balazos que recibió en el hombro y las esquirlas que le causaron también heridas.
Para el sábado en la tarde ya estaba en recuperación y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se apresuró a visitarlo y a proyectar en los medios su salerosa visita, que no se da, ni a tiros, en un hijo de vecino que reciba plomo recetado por las bandas criminales.
El domingo, tan solo 70 horas después del atentado de que fue víctima, quedó instaurado el proceso penal para 12 de los 19 detenidos por los delitos de homicidio, homicidio en grado de tentativa y portación de armas de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas.
Claro, sus dos escoltas y la humilde mujer ya no recuperaran la vida y solo habrá que observar la marcha del juicio, que también será corto, para que a sus deudos les llegue la justicia.
En el campo de las especulaciones, que el vocero de la pandemia Hugo López-Gatell maneja a las mil maravillas, debe hacerse notar que los veintitantos hombres y mujeres contratados para echarse al plato a Omar, no eran “muy profesionales” en eso de matar y huir para quedar impunes.
El cártel Jalisco Nueva Generación contrató amateurs, integró un grupo de aprendices aunque en él figure “El Vaca” como autor intelectual y sicario consagrado en las lides del crimen organizado.
Pienso que la falla de los criminales fue haber dedicado un grupo tan numeroso (28 delincuentes) para el atentado. Por el arsenal mostrado con lujo de detalles, su intención era incendiar el vehículo en que a las 6.28 horas del viernes, García Harfuch se trasladaba al Zócalo para asistir a una reunión de seguridad con su jefa.
Cité en comentario anterior, que el atentado tiene visos de venganza, dado que Omar había dispuesto operativos contra la Unión Tepito, Fuerza Anti unión, cártel de Tláhuac y ACNE de reciente formación y asentado en la alcaldía Gustavo A. Madero.
Por el atentado han desfilado a la opinión pública algunas controversias por sus lazos familiares y por haber sido ligado al caso Ayotzinapa, según una libreta que Sidronio Covarrubias, líder de “Guerrero Unidos”, tuvo en su poder con el nombre de Omar García Harfuch y su número de teléfono, y que no fue presentada en el juicio correspondiente.
Hubo un tiempo en que él estuvo bajo la lupa de los grupos investigadores de Estados Unidos.
García Harfuch, para insistir en que no era hijo de vecino, vale decir que fue hijo de Javier García Paniagua y su esposa la actriz María Sorté que en su nombre original lleva el apellido Harfuch.
También fue nieto de Marcelino García Barragán, titular de SEDENA en el gobierno de Díaz Ordaz que quedó registrado como negro por la matanza estudiantil de Tlatelolco.
García Paniagua aspiró a la Presidencia de la República en 1981. Él era presidente del comité ejecutivo nacional del PRI y al no ser favorecido con la candidatura, se abstuvo de asistir al arranque de la campaña de Miguel de la Madrid, el 16 de diciembre de ese año, en Apatzingán, Michoacán.
Sobra decir que en Apatzingán, el candidato priista tuvo una mala jornada al comenzar su campaña, pues la población lo despidió bajo una lluvia de piedras, palos y botellas de plástico con agua.
Hay borrasca en los ancestros del abogado de 36 años que se recupera y que, según informó, desde ahí sigue con sus tareas de jefe de la Policía capitalina, el tercer cuerpo mejor armado de México, atrás del Ejército y la Marina.