Como para dar el mayor relumbrón al 110 aniversario de la Revolución Mexicana, el Senado aprobó el consumo lúdico de la mariguana, la bendita yerba para muchos.
Un día antes el Banco de México había exhibido el nuevo billete de mil pesos que lleva estampados a Madero, Carmen Serdán y Hermila Galindo, héroe y heroínas del movimiento que sacudió al país a principios del siglo 20 y del cual surgió la Constitución de 1917 que rige las entrañas del México actual.
Y a propósito de la conmemoración revolucionaria, el secretario de la Defensa Nacional declaró que “Las fuerzas armadas no anhelamos ningún poder”.
El general Luis Cresencio Sandoval tuvo a su cargo el discurso oficial de la ceremonia que encabezó el presidente López Obrador y aunque no citó al general Salvador Cienfuegos, afirmó que “el camino de quienes forman parte de las fuerzas armadas no permiten desviaciones”.
Pero eso de que no anhelan ningún poder, resulta descarado, porque lo tienen todo. Ellos, los soldados con sus jerarquías de élite mantienen doblado al inquilino de Palacio y sin la responsabilidad de “gobernar o mal gobernar”.
Pero volviendo a la mariguana es menester apuntar que los señores del narco que controlan grandes extensiones de tierra con cultivos de mariguana pasarán a convertirse en empresarios para poner a disposición la cantidad que demanden los consumidores.
Al día, de acuerdo con la legislación aprobada por 82 senadores de Morena, PRI, MC, PT, PVEM, PES y PRD, el mariguano podrá consumir 28 gramos al día lo que le alcanzará para unos cinco carrujos bien apretados, y llegar a poseer hasta 200 gramos… sin traerlos en la ropa.
Se espera, porque la comercialización de la mariguana forma parte de la regularización legal del cannabis, que la violencia disminuya con el arrebato al comercio ilegal de la yerba al narcotráfico.
Uso y comercialización de la marihuana constituye un gran paso, luego de más de un siglo en que sembrar, cultivar y comercializar la yerba era cuestión clandestina que realizaban los sicarios del crimen organizado.
De acuerdo con el decreto que regula el cannabis psicoactivo y no psicoactivo, el propósito de la norma es mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, prevenir y combatir las consecuencias del consumo problemático del cannabis psicoactivo y contribuir a la reducción de la incidencia delictiva vinculada con el narcotráfico, así como fomentar la paz, seguridad y bienestar individual y de las comunidades.
La minuta, remitida a la Cámara de Diputados para su revisión, refiere que se permitirá, entre otras actividades —excepto para uso medicinal—, almacenar, aprovechar, comercializar, consumir, cosechar, cultivar, distribuir, empaquetar, etiquetar, exportar, importar, vender, plantar, sembrar, portar, tener o poseer marihuana.
Las limitantes son ser mayor de 18 años y no fumarla en espacios públicos para que el humo no afecte a los transeúntes. En otras palabras, el fumador de mariguana tendrá que hacerlo en su casa o en clubes.
Por: Juan Chávez