El aumento de las remesas en México podría tener un delicado trasfondo: ¿Está el narco usando ese método para blanquear capitales?

Cuatro Q

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Información & Análisis

Por: J. Jesús Lemus

Susana es empleada de una Casa de Cambio en Morelia, Michoacán, la tercera ciudad con mayor cantidad de remesas enviadas por trabajadores migrantes en Estados Unidos a sus familias en México. Ella no sabe por qué, pero reconoce que el número de envíos de dinero ha aumentado en forma considerable desde que inició la pandemia de Covid-19.

En promedio, en la cadena de casas de cambio para la que trabaja Susana, se ha registrado un incremento de envíos de entre el 7 y el 10 por ciento cada mes desde marzo hasta agosto de este año. Los montos –estima-, también han aumentado en forma considerable, pasando de un promedio de 500 a 800 dólares por cada documento a cobrar, por lo que observa, risueña, que “ahora sí lo migrantes se están poniendo las pilas”.

La observación de Susana no es una suposición; desde el pasado mes de marzo en Morelia, igual que en las ciudades de Tijuana, Puebla, Guadalajara, Culiacán, Oaxaca, León, Zapopan, Monterrey y San Luis Potosí, según lo reconoce el Sistema de Información Económica del Banco de México, ha venido en aumento la cantidad de envíos de dinero que hacen los trabajadores migrantes desde Estados Unidos.

El incremento de los envíos de dinero a México, que solo de marzo a agosto ha sido de 13 por ciento con relación al mismo período del año pasado, también ha sido celebrado por parte del propio presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha reconocido que a pesar de la crisis laboral que se registra en Estados Unidos, como efecto de la contracción económica a la que ha llevado la pandemia del Covid-19, los migrantes no solo no han dejado de enviar remesas, sino que las han aumentado en montos y frecuencia.

Hasta aquí todo parece bien, pero hay algo que no cuadra en la lógica de este renglón de la macroeconomía en la que se soporta gran parte de la actividad económica mexicana: ¿cómo es posible que frente a la estrechez económica que afronta el mercado laboral del sector migrante en Estados Unidos, este manifieste tales signos de fortaleza?

A mayor desempleo ¿mayores envíos de dinero?

Desde que inició la pandemia por Covid-19 en Estados Unidos, a mediados de enero del 2020, según lo estima el Centro para el Estudio de Inmigración (CIS) con sede en Washington, el desempleo entre la población migrante, principalmente indocumentada, ha crecido en un 320 por ciento, cuantificando a finales de abril de este año que ya eran más de 4.3 millones de personas de este sector las que se habían quedado sin trabajo. Y la cifra iba en aumento.

Ante esta evidencia, persiste la duda: ¿cómo es que los migrantes mexicanos en plena crisis de desempleo han aumentado las remesas a sus localidades de origen a niveles que ni siquiera eran observables en el 2019, cuando la economía de Estados Unidos creció en un 2.3 por ciento?

En ese momento, en 2019, el monto promedio de envíos de dinero era de 2 mil 900 millones de dólares cada mes. Al día de hoy, en plena pandemia, con los mercados laborales contraídos, solo entre marzo y agosto del 2020, el promedio de remesas enviadas por los migrantes a México se ubica en 3 mil 200 millones de dólares por mes, según lo reconoce el Banco de México.

La única hipótesis viable para entender este desfase de la lógica, es lo evidente: los cárteles mexicanos de las drogas podrían estar utilizando el sistema financiero formal de envío de remesas, aprovechando la contingencia social generada por la pandemia, para ampliar su cometido en el blanqueo de capital y transferencias de dinero desde Estados Unidos a México.

Esa es la forma de operar de los cárteles mexicanos; desde México se mandan drogas a Estados Unidos y desde allá se regresa dinero a México a través de diversos canales, reconoce el doctor en sociología de la UNAM, Edgar Morín, uno de los principales estudiosos del crimen organizado en México y autor -entre otros- del libro Crímenes de Cuello Blanco (Grijalbo, 2019).

Así, no es descartable la posibilidad de que los grupos criminales que operan en ambos lados de la frontera hoy estén aprovechando el sistema de envío de remesas para trasladar a México parte de sus capitales logrados por la venta ilícita de drogas, sobre todo por la imposibilidad de franquear los estrictos controles que en las aduanas de la frontera con México ha establecido el gobierno norteamericano para evitar el tráfico de dinero.

Millonarias utilidades, poco decomisos

De acuerdo a los datos públicos emitidos por el Departamento de Justicia del gobierno de Estados Unidos, el trasiego de drogas desde México hacia este país genera utilidades en promedio anual por más de 600 mil millones de pesos (más de 28 mil 150 millones de dólares al tipo de cambio actual), dinero que es enviado desde el norte hacia el sur de manera furtiva.

Aún cuando parte de la estrategia conjunta de los gobiernos norteamericano y mexicano -para combatir el blanqueo de capitales de los cárteles mexicanos- se centra en estrictos controles de vigilancia en las aduanas de la frontera en común, los resultados en la incautación del dinero del narco aún son mejorables.

Entre el 2011 al 2018, según lo revela el informe “Evaluación Nacional de Amenazas de Drogas” presentado por la DEA en diciembre del 2019, el porcentaje de incautación de dinero del narco osciló entre el 0.8 y el 2.6 por ciento con relación a los 600 mil millones de pesos que en promedio anual obtuvieron los cárteles mexicanos por el envío de drogas a Estados Unidos.

De acuerdo a este informe de la DEA, la incautación física de dinero del narco ha venido de más a menos; en el 2011 se logró decomisar 741 millones de dólares en aduanas y operativos directos, en el 2012 la cantidad incautada disminuyó a 707 millones de dólares, en el 2013 solo se decomisaron 617 millones dólares, mientras que en el 2014 se logró confiscar apenas 555 millones dólares.

Las cifras a la baja en los decomisos de dinero físico al narco siguieron en el 2015, cuando se incautaron 552 millones de dólares; en el 2016 apenas se confiscaron 453 millones de dólares, mientras que en el 2017 y 2018 se logró decomisar 230 millones y 234 millones de dólares, respectivamente.

Las acciones de decomiso de dinero, tanto en aeropuertos, aduanas fronterizas o cateos domiciliarios por parte de autoridades federales de Estados Unidos también han venido a la baja, desde el 2015, cuando se registraron 13 mil 902 intervenciones; en el 2016 hubo 9 mil 554 eventos de decomiso, en el 2017 fueron 5 mil 281 y en el 2018 solo se actuó en 4 mil 654 casos.

Los estados de la Unión Americana en donde más dinero del narco se ha decomisado, según reconoce la DEA en su informe referido, fueron California, Nueva York, Texas, Georgia, Florida, Ohio, Arizona e Illinois, justamente donde los cárteles de Sinaloa, de Familia Michoacana, de Los Zetas, de Jalisco Nueva Generación y de los Arrellano Félix, mantienen mayor presencia con sus operaciones de trasiego de drogas y lavado de dinero.

Frente a la adversidad, la transición

Manuel, quien pide ser identificado con ese nombre ficticio, es un operador financiero de un grupo que opera para un cártel en el centro del país. Él reconoce que parte de la estructura de lavado de dinero de su organización se apoya en el sistema financiero formal de envío de dinero de Estados Unidos a México, haciendo pasar las transferencias del narco como remesas de trabajadores migrantes.

Esa “pantalla” para el lavado de dinero –dice-, no es nueva. Su grupo al servicio del cártel la viene utilizando desde hace por lo menos tres años. Reconoce que se ha aprovechado la crisis económica por la pandemia que se vive en Estados Unidos para incrementar los envíos de dinero a sus cuentas en México, los que se hacen principalmente por transferencias bancarias.

Dice que “frente a la adversidad de los decomisos de dinero en Estados Unidos, la empresa (el cártel) no ha tenido otra opción que innovar, transitar a lo moderno”. Para la estructura financiera de este cártel atrás quedaron los días de pasar millones de pesos, a través de las aduanas de Tijuana, Mexicali, Nogales o El Paso, en maletas escondidas en compartimentos secretos de autos.

Ese era un alto riesgo. “Era un volado al aire, en donde –reconoció- se podía perder en unos minutos toda la inversión y el trabajo de meses”, con grave afectación a las finanzas del cártel. Por eso se optó a la transición del envío y blanqueo de dinero a través del sistema formal de remesas, lo que le ha dado al cártel buenos resultados.

El sistema es simple: hay un encargado de célula de este cártel que recluta a migrantes indocumentados mexicanos en diversas ciudades de los estados de la Unión Americana, en donde tiene presencia la organización. Fijan su objetivo en amas de casa, jóvenes y trabajadores desempleados. Sin violencia de por medio se les ofrece una comisión de entre el 15 al 20 por ciento por cada trasferencia que hagan. Siempre, los montos de los envíos no son mayores a mil dólares ni menores a 300 dólares.

En las ciudades de destino, ya en México, los envíos son cobrados también por personas al servicio de este cártel, a quienes se les paga el mismo porcentaje de comisión que reciben quienes emiten las órdenes de pago o transferencias bancarias. El movimiento económico finalmente es rentable para el cártel; a cambio de la seguridad y blanqueo del flujo constante de dinero se termina pagando entre el 30 al 40 por ciento. “Es mejor que perder todo el dinero en un decomiso”, asegura Manuel.

Para este operador financiero del narco no existe duda de que la técnica de traslado de dinero de Estados Unidos a México, que sutiliza su organización criminal, es también utilizada por otras organizaciones del narcotráfico en México, pues “es una modalidad muy recomendada por asesores financieros” que actualmente trabajan tanto para algunos cárteles como para instituciones bancarias.

La DEA lo sabe

La transición de los cárteles mexicanos de las drogas hacia el uso de sistemas electrónicos o sistemas bancarios para el envío ilícito de dinero desde el norte hacia el sur, no es tema tabú para la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos. En su informe “Evaluación Nacional de Amenazas de Drogas” del 2019, esta agencia reconoce que “se han producido cambios significativos en el panorama de las finanzas ilícitas”.

Según el propio análisis de la DEA, que reconoce la complejidad en la que han entrado la lucha contra el blanqueo de capitales, el gobierno norteamericano sabe cómo ahora los cárteles de las drogas, principalmente mexicanos, se están valiendo de métodos virtuales de pago, principalmente transferencias bancarias, para la comercialización de drogas desde México.

Según se establece en el citado informe de la DEA, “los métodos habituales de blanqueo de capitales, utilizados para mover los ingresos de las drogas a fuentes de suministro extranjeras, normalmente implican una red de corredores de dinero”, y agrega que después de que el gobierno mexicano colocara restricciones a los depósitos en dólares (en 2010), los cárteles comenzaron a utilizar depósitos en efectivo y transferencias bancarias.

También estima la DEA que “los cárteles mexicanos envían cada vez más cheques y transferencias a nombre de personas o empresas fachada”, por cuyos montos bajos se vuelven cada vez más difíciles de ubicar esas transacciones, resultando de esto un blanqueo discreto y constante del dinero ilícito que deja la comercialización de drogas en Estados Unidos.

Las dificultades que reconoce la DEA, para dar seguimiento al blanqueo hormiga de capitales del narco, quedan claramente expuestas en las cifras oficiales que ofrece el Banco de México, a través del Sistema de Información Económica, en donde establece que solo entre mayo y julio de este año, en pleno pico de la pandemia, llegaron a Mexico en forma de remesas más de 10 mil 512 millones de pesos.

Dicho monto se hizo posible a través de más de 31 mil transferencias electrónicas, 2 mil 595 órdenes de pago (money orders) y más de mil 100 depósitos de efectivo en ventanillas bancarias o casas de cambio, en donde el promedio de dinero enviado en cada transacción osciló entre los 320 y los 343 dólares.

Extrañas coincidencias

Aunque oficialmente no se ha reconocido, por el gobierno de Estados Unidos ni por el de México, sobre la infiltración de los cárteles mexicanos en los envíos de dinero que ha hecho que las remesas aumenten en plena crisis económica causada por la pandemia, hay un dato que expone el Banco de México, que deja en evidencia esta posibilidad: las diez ciudades en donde mayor presencia mantienen los principales grupos del narcotráfico es donde han aumentado considerablemente los envíos de remesas.

En Morelia, la capital de Michoacán controlada por el cártel de los Caballeros Templarios, donde las remesas en promedio semestral durante el 2019 fueron de 210 millones de pesos, el monto fue superado entre enero a junio del 2020, al llegar a más de 227 millones de pesos. Lo mismo sucede en Tijuana, Baja California, donde es preponderante el cártel Arellano Félix, en donde las remesas del 2019 fueron en promedio de 240 millones de pesos cada seis meses, pero en el primer semestre del 2020 se llegó a la cifra récord de 304 millones de pesos.

En Puebla capital, con amplia presencia del cártel de Los Zetas y del Jalisco Nueva Generación, se pasó del promedio semestral de 190 millones de pesos en el 2019 a 208 millones de pesos durante el primer semestre de este año. Por su parte, las remesas que se recibieron en Guadalajara, la capital de Jalisco controlada por el Cártel Jalisco Nueva Generación, fueron durante el primer semestre del 2020 de 150 millones de pesos, superando así el promedio semestral del 2019, ubicado en los 110 millones de pesos.

En Culiacán, Sinaloa, donde sobra referir la presencia dominante del Cártel de Sinaloa, durante el 2019 el promedio semestral de remesas fue de 90 millones de pesos, pero en el primer semestre del 2020 se alcanzó la cifra récord de 184 millones de pesos. Igual sucedió en Oaxaca capital, ciudad controlada por el Cártel del Golfo, donde en el 2019 se tuvo un promedio semestral de remesas de 120 millones de pesos, pero durante el primer semestre de este año se recibieron más de 150 millones de pesos.

En León, la capital industrial de Guanajuato, ciudad en disputa entre los cárteles de Los Zetas y Jalisco Nueva Generación, se pasó del promedio semestral de remesas de 152 millones de pesos en 2019 a 172 millones de pesos en el mismo período de este año. En Zapopan, Jalisco, donde también el Cártel Jalisco Nueva Generación es preponderante, se superó el promedio semestral de remesas del 2019, ubicado en 142 millones de pesos, para ubicarse en 154 millones de pesos durante el primer semestre del 2020.

Por lo que hace a Monterrey y San Luis Potosí, donde la presencia del Cártel del Golfo y de los Zetas es dominante, también se superó en el primer semestre del 2020 el monto de remesas promedio del año anterior; en Monterrey se pasó de 122 millones a 140 millones de pesos, mientras que en la ciudad de San Luis Potosí se alcanzó un monto de 147 millones de pesos en el primer semestre del 2020 frente a los 137 millones que en promedio se venían captando.

Pero si hay narco o no detrás de las remesas de los migrantes eso poco interesa al ciudadano común, por lo pronto el dinero que llega de Estados Unidos es el mejor soporte que tienen miles de familias en México para encarar la crisis de la pandemia, pues de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el desempleo ya alcanzó al 25 por ciento de la población económica, que en términos reales significa que más de 2 millones 100 personas perdieron su empleo.

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