Por Juan Chávez → El presidente de México, en la Casa Blanca, fue auténticamente a “Dallas”.
Así presumimos que sería, y así fue.
Discursos y declaraciones a la prensa mundial de los dos presidentes, luego de la reunión privada que tuvieron, resultaron intrascendentes.
Trump quiso elaborarse un traje a la medida con una falsa apreciación: “Los mexicanos son buena gente”.
No porque no lo seamos, sino porque una frase así, en labios del hombre que dirige al país más poderoso de la Tierra, suena más falso que un quater norteamericano elaborado en cobre.
Además, ni “somos amigos, aliados y socios muy cercanos”, como Donald Trump sostuvo ante el mandatario mexicano que también, con sus palabras, estuvo totalmente fuera de la realidad.
López Obrador declaró:
“Quise estar aquí para agradecer al pueblo de Estados Unidos y a usted por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos”.
¿Respetuosos? El alto tribunal de EU acaba de exigir, apenas la semanada pasada, la reposición del DACA, el programa de los jóvenes mexicanos que viven al norte del río Bravo. Y, por otra parte, los migrantes mexicanos, a los que AMLO ignoró olímpicamente, le pidieron “abogar por los beneficios del programa DACA”, aprovechando su encuentro con Trump.
López manejó algo que sonó a puro masoquismo: “Hemos recibido comprensión y respeto de Trump”.
Usted, compatriota, morenista o no, determine si tendremos, como mexicanos, beneficios de este encuentro AMLO-Trump, por mucho que el T-EMEC haya sido elevado a los cielos nublados y lluviosos de este verano, como en todos los veranos.
Más allá del verano, la visita del mexicano a la Casa Blanca valió lo que se le unta al queso grande: chile.
