2021 será decisivo para enfrentar el cambio climático

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El cambio climático, aseguran algunos científicos, es un fenómeno de la naturaleza que aparece cada 400 mil años, sin que en ello tenga que ver para nada la mano del hombre.

En la medida en que las condiciones del clima en el planeta nos han presentado problemas que no se habían dado antes, los criterios sobre el calentamiento global han variado.

Existen estudios científicos que señalan a los mayas como responsables primitivos del cambio de clima local que les destruyó de la noche a la mañana en lo que la historia registra como período clásico de su enorme cultura.

Se ha señalado que el cambio climático destruyó a los mayas muchos siglos antes de que aparecieran las fábricas contaminantes de dióxido de carbono y ozono en Europa.

El mundo, este 2021, tendrá nueva posibilidad de “fabricar algo” que detenga la marcha acelerada en el incremento de la temperatura que está ocasionando, como lo vivió la humanidad entera en el pasado 2020, fenómenos destructivos como las inundaciones en muchos países provocadas por feroces huracanas tropicales que se están acercando a Europa.

El año pasado, además, en el Atlántico se presentaron más huracanes de los 21 previstos con nombre predeterminado, de tal suerte que para nombrarlos se acabó con la lista común y tuvo que echarse mano del alfabeto griego para identificarlos por segunda vez en la historia. Empezó “Alfa” … que no tuvo gran fuerza pero que estuvo muy cerca de Portugal.

Se comentó incluso que la temporada de huracanes del 2020 “se puso en griego”

El mundo tiene un tiempo limitado para actuar si quiere evitar los peores efectos del cambio climático.

Este año que comienza será decisivo para enfrentar el cambio climático. De otro modo, a la crisis sanitaria por Covid-19 y a las apresuradas campañas de vacunación en todos los países, se sumarán los estragos del cambio climático que para Antonio Guterres, secretario general de la ONU, está en un “punto de quiebre”.

La carrera es contra el tiempo; no es posible quedarnos “ciegos” ante el descongelamiento de los polos por el calentamiento de la Tierra y, más que nada, de las aguas de los mares que por tal calentamiento producen más vapores que ascienden a los cielos y estallan en tormentas de duración larga, de días continuos, inundando pueblos y ciudades.

En noviembre de 2021 los líderes mundiales se reunirán en Glasgow, Escocia, para trabajar en el sucesor del histórico Acuerdo de París de 2015.

París fue importante porque fue la primera vez que prácticamente todas las naciones del mundo se unieron para acordar que todas necesitaban ayudar a abordar el cambio climático.

El problema fue que los compromisos asumidos por los países para reducir las emisiones de carbono en ese entonces no alcanzaron los objetivos establecidos por la conferencia y el calentamiento del globo terráqueo sigue su camino.

En París, el mundo acordó que para fines de siglo el aumento de la temperatura global no estaría por encima de 2 °C respecto a los niveles preindustriales. El objetivo era limitar el aumento a 1,5 °C, si era posible.

La conferencia de Glasglow es una nueva oportunidad para lograr las metas climáticas.

Según los planes actuales, se espera que el mundo supere el límite de 1.5 °C en 12 años o menos, y que alcance 3 °C de calentamiento para fines de siglo.

Estamos librando una “guerra suicida” contra la naturaleza, advierte el secretario general de la ONU

En la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado, el presidente de China, Xi Jinping, anunció que su país tenía como objetivo convertirse en neutral en emisiones de carbono para 2060.

Los ambientalistas quedaron atónitos. Para ese año el mundo podría haber desaparecido ya si los países no son capaces de reducir la que parece indetenible producción de gases de efecto invernadero a cambio de “un progreso” que, como les sucedió a los mayas hace mil 500 años, los borre de la geografía mundial.

Reducir el carbono siempre ha sido visto como una tarea costosa, pero China es la nación más contaminante del mundo, responsable de cerca del 28% de las emisiones mundiales y solo hace la promesa de sanear su economía contaminante dentro de 40 años.

Pero China no es la única en tener esta iniciativa.

En 2019, Reino Unido fue la primera de las principales economías del mundo en asumir un compromiso legal de cero emisiones netas.

La Unión Europea hizo lo mismo en marzo de 2020.

Desde entonces, Japón y Corea del Sur se han sumado a lo que, según estimaciones de la ONU, son ya más de 110 países que han establecido una meta de cero neto para mediados de siglo.

Según explica la ONU, el cero neto significa que no estaremos agregando nuevas emisiones a la atmósfera.

Con la elección de Joe Biden en Estados Unidos, la economía más grande del mundo ahora se ha reincorporado al coro de reducción de carbono.

Estos países ahora necesitan detallar cómo planean lograr sus nuevas aspiraciones, que serán una parte clave de la agenda de Glasgow, pero el hecho de que ya estén diciendo que quieren llegar a ese punto es un cambio muy significativo.

Otro punto es la caída del costo de las energías renovables. Hay una buena razón por la que tantos países ahora dicen que planean tener cero emisiones netas: la caída del costo de las energías renovables está cambiando por completo el cálculo de la descarbonización.

Cuando se trata de construir nuevas centrales eléctricas, las energías renovables ya suelen ser más baratas que la energía generada por combustibles fósiles en gran parte del mundo. Por eso es inexplicable la posición del gobierno de México de construir una refinería y una planta eléctrica más que produzca energía quemando combustibles fósiles.

El gobierno de la 4T, seguramente, no conoce la experiencia de las grandes ciudades de los mayas que se tragó el cambio climático local.

Sin embargo, aún está todo en juego.

Para tener una posibilidad razonable de alcanzar el objetivo de 1.5 °C de calentamiento, debemos reducir a la mitad las emisiones totales para fines de 2030, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, el organismo respaldado por la ONU que recopila la ciencia necesaria para informar las políticas.

El desafío para Glasgow será lograr que las naciones del mundo se adhieran a políticas que comenzarán a reducir las emisiones ya.

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