Por:Juan Chávez
Por dar rienda suelta a sus ímpetus carnales, el mítico rey David de la Biblia, dejó viudas a dos hermosas mujeres impelido por su permanente deseo de satisfacer su bestialidad concupiscible.
Es decir, alimentaba sus impulsos de estar montado siempre sobre un bien formado cuerpo femenino y disfrutar de aquello que sostenían las dos torneadas piernas de sus mujeres.
David parecía ya haber olvidado sus amoríos homosexuales con Jonatán, el hijo del rey Saúl que, muerto en guerra, fue sustituido por David, luego que Saúl lo hizo jefe de sus ejércitos tras haber matado David al gigantón filisteo Goliat.
Según los libros de Samuel, David tuvo en su harem a 8 mujeres, pero hay quien considera que fuera de su harem tuvo 6 concubinas más.
Tenía ocho esposas: Michal, la segunda hija de rey Saúl, Ahinoam de Jezreel, Abigaíl, la carmelita, antes esposa del malvado Nabal, Maachâ, hija de Talmai, rey de Gesur, Haggith, Abital, Egla y Betsabé, anteriormente la esposa de Urías el hitita.
A los esposos de Abigaíl y Betsabé los hizo matar cuando ya ocupaba el trono de Israel.
Relata la Biblia, en los libros de Samuel, que pareció ser que sólo los hombres apuestos podían llegar a ser reyes. Cuando Saúl, que era alto y de buen parecer (1 Sam 9:2), fue rechazado por Dios, Samuel, el profeta, tuvo que ungir a un muchacho como el elegido de Dios para suplantar al rey desechado.
En todo el arte, a través de la historia, el rey David fue representado en maneras muy interesantes. Samuel presenta al joven David de una manera muy peculiar: “Era sonrosado, de hermosos ojos y bien parecido”.
El primer paso de David hacia su carrera de monarca fue matar a Goliat. El importante detalle en la celebración de esta victoria, según el autor, fue un encanto de las mujeres (1 Sam 18:6-7). El texto menciona dos veces que fueron las mujeres las que celebraban la victoria y finalmente causaron la envidia de Saúl.
Saúl mismo reconoció rápidamente que las mujeres podrían llegar a ser un punto débil para David. Dos de sus hijas llegaron a pensar en casarse con David (1 Sam 18:17, 20). Pero David esquiva la oferta del rey Saúl al ofrecerle su hija Merab a cambio de guerrear para él.
David se casa con Merab y luego enamora a la otra hija de Saúl, Mical, contra la voluntad de su padre.
Fueron las dos primeras bellas que terminaron en los brazos de David. Su amante homosexual, Jonatán, había ya muerto en guerra.
Dos mujeres que estaban casadas en el momento de encontrarse con David terminan en la cama con este rey.
La primera, y más conocida, es Betsabé. El libro de Samuel explica que David «desde la azotea del palacio vio a una mujer que se estaba bañando; y “la mujer era de aspecto muy hermoso« (2 Sam 11:2). El desenlace queda como la mancha más negra de la vida del rey más conocido de la historia de Israel. En esta historia es difícil determinar si David tuvo algo de empatía o sus entrepiernas estaban tomando sus decisiones. Primero, David no espera: «David envió mensajeros y la tomó; y cuando ella vino a él, él durmió con ella.» (2 Sam 11:4)
Después de tramar el asesinato de Urías, el esposo de Betsabé, David sigue mostrando el mismo ímpetu. Mientras que Betsabé llora la muerte de su esposo Urías, David no le dio ningún día más que lo establecido por el luto.
Cuando pasó el luto, David mandó traerla a su casa, y ella fue su mujer; y le dio a luz un hijo. Pero lo que David había hecho fue malo a los ojos del Señor.
El hijo de Betsabé y David fue el sabio Salomón, el sucesor impuesto por ella y concedido por David que se moría por el amor apasionado que le consumía sus últimos días y también las noches.
La otra mujer que queda viuda por obra y gracia de David fue Abigail. Esta fue la esposa de Nabal a quien David había decidido matarle… Y lo mato: herido en guerra Nabal, David dejó que se desangrara hasta morir. Así se las gastaba el hermoso David.
Queda una pregunta: ¿Qué significa que David haya sido un hombre «conforme al corazón de Dios»?