Por:Juan Chávez
En la Biblia, David figura como el rey que logró la unificación de Israel y como el mítico hombre que venció al gigante Goliat que lideraba a los filisteos en la guerra contra los hebreos.
Cuenta la leyenda que siendo casi un niño aceptó el reto que Goliat lanzó a Saúl, primer rey de Israel, y que lo venció estrellando una piedra en su rostro que lanzó con su honda.
David fue un guerrero valiente al que persiguió Saúl, temeroso de que le arrebatara el poder.
Pero fue también el personaje central del amor bíblico que sostuvo con Jonatán, hijo de Saúl.
En el segundo libro de Samuel, capítulo 1, versículo 26, está descrito ese amor que apunta a la homosexualidad tan antigua como la palabra de Dios en el Antiguo Testamento:
“¡Jonatán, hermano mío, por ti tengo herido el corazón, pues te quería tanto! Tu amor era para mí más dulce que el amor de las mujeres”.
Algunos estudiosos ortodoxos y fundamentalistas cristianos han tratado de suavizar estas palabras tratando de borrar del texto sagrado el carácter homoerótico de esta historia, pero, aun así la frase continua siendo muy reveladora y por mucho que los traductores la disfracen su contenido sigue siendo fuertemente gay.
Y es que estas singulares palabras no están aisladas ni en la Biblia ni en la historia de Israel, sino que es el resultado de una larga, intensa y hermosa fábula. Jonatán era el hijo mayor del rey Saúl, y por lo tanto tenía el derecho a la sucesión por el trono. Pero su amor por David fue tan grande que le cedió su derecho a la corona.
El primer libro de Samuel, Capítulo 18, versículos 1-4, también alude ese amor entre David y Jonatán:
“Cuando David terminó de hablar, el corazón de Jonatán sintió afecto por David, y desde ese día, Jonatán amó a David tanto como a sí mismo. Ese día Saúl alojó a David en su casa y no dejó que volviera donde su padre. Jonatán por su parte hizo un pacto con David porque lo amaba. Jonatán se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David junto con su traje, su espada, su casco y su cinturón.”
Hay un claro despertar amoroso entre David y Jonatán a primera vista. La misma Biblia habla de la hermosura de David:
“Era rubio, de hermosos ojos y de buen parecer” (Primer Libro de Samuel 16:12). De Jonatán se dice poco, solo que era un aguerrido y valiente soldado hijo del rey Saúl que se avergüenza de su hijo por su amorío con David.
La relación de David y Jonatán no fue de una simple y extraordinaria amistad, como las iglesias o religiones cristianas fundamentalistas lo quieren hacer ver.
La relación de estos hombres bíblicos es de profundo amor, de lealtad y de atracción sexual. Las religiones organizadas no lo quieren ver así porque eso significaría aceptar la homosexualidad desde la perspectiva bíblica, y aún más, desde la vida de Cristo, pues este es descendiente de David “el ungido de Dios.”
No obstante su homosexualidad, David tuvo ocho concubinas y fue padre del sucesor y quizá el más grandioso de los monarcas antiguos de Israel: Salomón, al ceder a la pretensión de Betsabé, su octava amante, a la que, registra la Biblia, David amaba apasionadamente… aunque era mujer casada con otro hombre (adulterio puro, pues).
¿Por qué Jehová lo escoge para fijar la línea davínica como única heredera para quienes han de gobernar a Israel? Este es otro gran cuento que merece otra Biblia al revés, dado que el mismísimo Jesús careció del carácter davínico si aceptamos que lo concibió el Espíritu Santo con la virgen María.
En el idioma hebreo, el nombre David significa “el amado”, “el elegido de Dios”.