El eterno dualismo antropológico alma-cuerpo ha despertado interés en los seres humanos de siempre y ha sido utilizada como herramienta indispensable en las religiones para atraerse creyentes.
El alma es Dios, señalan aquellos que lo tienen como creador único de todo y a él, en sus postreros momentos de sufrimiento, acuden en demanda de alivio.
A Dios alma se le culpa de lo bueno y lo malo en el acontecer rutinario de la sociedad mundial y aun de la fenomenología que también todos los días, y cambiante, nos presenta la naturaleza, para algunos la esposa de dios.
Desde este punto de vista, Dios es responsable del tremendo sufrimiento que se abate sobre los cerca de 8 mil millones de habitantes del planeta, con la letal enfermedad de Covid-19 que no termina de cobrar vidas.
Los científicos piensan de otro modo y señalan que el alma no muere sino que vuelve al Universo en una teoría que refuerza la eternidad predicada por la religión católica.
Dos científicos de renombra internacional dicen que pueden probar la existencia del alma. El médico estadounidense Stuart Hamerroff y el físico británico Sir Roger Penrose han desarrollado una teoría cuántica de la conciencia, que establece que nuestras almas están contenidas dentro de estructuras llamadas microtúbulos y que viven dentro de nuestras células cerebrales.
La idea nace de que el cerebro es una computadora bilógica, con 100 billones de neuronas cuyas conexiones sinápticas actúan como redes de información.
Desde 1996 ambos científicos han trabajado en su teoría y argumentan que nuestras experiencias de conciencia son el resultado de efectos de la gravedad cuántica en los microtúbulos, un proceso al que llaman reducción objetiva orquestada.
“Digamos que el corazón deja de latir, la sangre deja de fluir, los microtúbulos pierden su estado cuántico, pero la información cuántica en los microtúbulos no se destruye, no puede ser destruida, simplemente se distribuye y se disipa por el universo”, señala el doctor Hameroff.
“Si el paciente es resucitado, la información cuántica puede volver a los microtúbulos y el paciente dice: “Tuve una experiencia cercana a la muerte”, agrega el doctor Hameroff.
Si el paciente muere “sería posible que su información cuántica exista fuera del cuerpo indefinidamente, como una alma”.
La teoría es novedosa y quizá, como la divinidad de la Biblia, cuadre con los 19 versículos que dedica al alma la escritura antigua.
O que esté dentro de la dirección de la Teoría del Alma de Platón, que hace más de 2 mil 500 años interpretaba el alma principalmente en dos sentidos: el alma como aquello que permite a los seres vivos realizar actividades vitales, y, en el caso del alma humana, como el principio divino e inmortal que nos faculta para el conocimiento y la vida buena.
Platón afirma que el cuerpo es una cárcel para el alma porque entiende que el cuerpo y el alma son dos realidades heterogéneas, tanto por su naturaleza como por su origen. El cuerpo es de naturaleza material, pertenece al mundo sensible, es compuesto, mudable, divisible, mortal.
Para el filósofo ateniense, en Empédocles, en la estructura del alma pueden advertirse tres partes o elementos del alma: la concupiscible, la pasional y la racional. Las dos primeras conectadas, sin cuestionamiento alguno, con los placeres sexuales.
Aristóteles distinguía en su tratado “De Anima”, tres tipos de alma: la vegetativa, la sensitiva y la racional.
Aristóteles no identifica el alma con el cuerpo, sino que el alma es una entidad compuesta de materia y de estructura y forma que es de un cuerpo; el cuerpo es, por decirlo así, el que “realiza la función de sujeto y materia”.
En el punto de vista védico o veda, el alma es El Ser (Atman), que por naturaleza es eterno (sin nacimiento ni muerte o sin principio ni fin), de substancia diferente a la del cuerpo físico y que posee conciencia propia.
Lo que queda claro, reforzado por los estudios de los científicos, es que el alma existe y es inmortal.
Para mí el alma es creada por los hechos, por la actividad, mala o buena del espíritu de cada ser, del que estoy convencido de que existe y de que muere cuando morimos, pero el alna implantada, creada por el espíritu, es eterna y viaja por el Universo.
El espíritu se diferencia del alma porque el espíritu es considerado universal, en contraste con el alma, que es individual. Según la teorización cristiana, el hombre se compone de tres elementos: el cuerpo, el alma y el espíritu.
Alma es la sustancia espiritual e inmortal que informa al cuerpo y constituye la esencia del ser humano.