Hasta Santa Claus, esta Navidad de 2020, se mantendrá en confinamiento.
En su lugar, en la cena familiar de la Noche Buena que a lo mejor en muchos hogares se queda sin lucir el nacimiento y el tradicional árbol, llenos de pequeñas luces que chispean ambos, el invitado será el mortal Covid-19.
Muchos países han anunciado restricciones para la acostumbrado reunión que conmemora el nacimiento de Jesús en un pesebre.
España, por ejemplo, como medida para frenar los avances de la pandemia infernal, planea limitar las reuniones familiares a 6 personas en Navidad y sólo levantará el confinamiento nocturno para dos días: el 24 y el 31 de diciembre.
Toda España está pendiente de conocer de qué modo se podrá celebrar la Navidad este año. Y aunque aún no se ha comunicado de forma oficial a la ciudadanía, según ha adelantado el diario El Mundo, en el borrador del documento de “Propuestas de medidas de salud pública frente a la Covid-19 para la celebración de las fiestas navideñas” las celebraciones van a estar muy limitadas.
Solo será visto con buenos la convivencia habitual de la familia en las noches de Navidad y Año Nuevo y un máximo de seis invitados.
¿Quién supervisará las disposiciones?
Nadie, se trata de que se obre en conciencia frente a la maldita pandemia que no cede.
En España, durante las celebraciones navideñas, se mantendrá un confinamiento nocturno no pudiendo salir a la calle en los horarios establecidos en cada comunidad autónoma tras la declaración del estado de alarma.
La vida social seguirá siendo limitada, como ha sucedido a lo largo del año que se ha volcado contra las tradiciones de los pueblos que no han podido organizar sus festividades y desfiles de siempre.
En el mundo, las festividades de fin de año serán con restricciones crueles. Cada familia debe planificar unas Navidades diferentes sin quitarles el alma y el espíritu que las hace una de las fiestas más apreciadas por la humanidad.
La recomendación generalizada será evitar o minimizar las reuniones en el ámbito social (celebraciones del trabajo, antiguos alumnos o clubs deportivos, entre otros) y, en el caso de celebrarse, deberán ser de un máximo de 6 personas y preferiblemente en el exterior (al aire libre o en terrazas con máximo 2 paredes).
No deberán acudir a ninguna reunión familiar o social aquellas personas que han sido diagnosticadas con Covid-19 y aún están en periodo de transmisibilidad; tienen síntomas; están esperando los resultados de la prueba diagnóstica de coronavirus; o pueden haber estado expuestas a alguien con la enfermedad en los últimos 14 días.
La Navidad nos impondrá el triste recuerdo obligatorio de mantener las 6 medidas de prevención: mascarilla (uso de mascarilla todo el tiempo posible); manos (lavado de manos frecuente); metros (mantenimiento de la distancia física); maximizar ventilación y actividades al aire libre (mantener las ventanas y puertas abiertas en la medida en que sea seguro y factible según la temperatura); minimizar número de contactos (preferiblemente siempre los mismos); y “me quedo en casa si tengo síntomas, diagnóstico o contacto.
No deberá haber, por supuesto, el abrazo de Feliz Navidad. Los campanazos de las 12 de la noche, en cambio, harán llorar a muchos que se atragantarán con el bacalao, los romeritos, la ensalada de Noche Buena y que, seguramente, no levantarán con la misma alegría de siempre la copa de sidra o champagne para gritar “¡Feliz Navidad!”…
Viviremos una Navidad llena de tristezas y amarguras por las que todos hemos pasado, con los encierros en casa y el cubrebocas a veces ya insoportable, pero necesario cuando se transita por los espacios públicos.
Al coronavirus, claro, le importará un carajo…
Ni siquiera la vacuna salvadora surgirá como el mejor regalo de la Navidad 2020… de la divinidad.