Las elecciones del 6 de junio pueden empañar la incipiente democracia de México y abrir las puertas a la dictadura perfecta que, si se da el caso, correría ahora por cuenta de Morena con AMLO a la cabeza y que podría incluso, como lo ha hecho Putin en Rusia, legalizar su permanencia en el poder Ejecutivo unos años más de su periodo constitucional.
Putin, apenas el lunes, firmó la ley que le propiciará ser el mandamás de los rusos hasta 2036.
Aunque una y otra vez ha repetido que su mandato concluye en 2024, lo evidente es que el señor de Palacio se muere por continuar como el todopoderoso unos años más.
Él lucho por el poder. Su constancia (3 campañas) lo convirtieron en presidente y en los 28 meses que lleva en su administración ha demostrado que solo le interesa el poder por el poder mismo. Gobierna para darle gusto a su desembocado carácter que solo tiene expresiones descalificadas y hasta peyorativas para sus enemigos. “Están conmigo o son contrarios fifís, conservadores, neoliberales”, exclama una ya otra vez en sus matinées de todos los días.
En las urnas, ese primer domingo de junio, más de 94 millones de electores deberán decidir si el partido guinda de L(i)opez logra la mayoría calificada en la Cámara de Diputados que le permitiría la reforma constitucional para prolongar su mandato o de plano, con su voto, toman conciencia de que ya es hora de frenar las locuras de AMLO.
Si los mexicanos, liberales y conservadores, los amantes de la democracia, de la libertad de expresión, del respeto a las garantías individuales y del Estado de Derecho, los partidarios de la educación de calidad, los promotores del libre mercado, los adoradores de las instituciones republicanas, en resumen, los feroces defensores de la libertad, no recuperamos el próximo 6 de junio el control de la “Honorable Cámara de Diputados”, habremos perdido a México indefinidamente.
El peligro de la perpetuación de Morena no está en el surgimiento de una nueva “Dictadura Perfecta”, sino en la creación de una dictadura maldita, peor que la primera, con inenarrables consecuencias sociales de inimaginables consecuencias.
Dicha supuesta cámara no es honorable al no promover ni defender los derechos del pueblo, ni es de diputados, porque la mayoría representa la voluntad de López Obrador y en ningún caso los intereses supremos de la nación. Al derogar la división de poderes, se debilita la independencia e imparcialidad del poder Legislativo y se compromete la libertad política de los ciudadanos, un irresponsable e intolerable salto histórico en el vacío.
AMLO no ignora que si Morena y sus partidos satélites, creados perversamente para confundir al electorado, llegara a perder el control de dicha “cámara”, él quedaría maniatado, se contendría el acelerado proceso de destrucción de México y aumentarían sensiblemente las posibilidades de la revocación del mandato en el 2022, siempre y cuando se legislen las reglas para poder ejecutar este dispositivo constitucional.
El peligro está en la “piadosa” política social que lleva a cabo a la luz del día y que hay que alinear como el parangón oscuro y clandestino de reparto de despensas que el PRI llevó a cabo para perpetuarse en el poder por más de 70 años y adueñarse de la “Dictadura Perfecta” que llamara Vargas Llosa.
“Tata” Andrés invierte millones en las tarjetas bienestar para comprar la voluntad de 16 millones de adultos mayores; regala dinero a los jóvenes y a las mujeres en sus programas Sembrando Futuro, Sembrando Vida, Créditos a la palabra, Apoyo al bienestar de madres trabajadoras. Total tiene comprada la voluntad de millones de ciudadanos con una inversión millonaria sustraída del presupuesto que no genera infraestructura pero sí limosnas.
No aprendió de Confucio: No regales el pescado, enseña a pescar.
Pero el 6 de junio los mexicanos tenemos la oportunidad, con nuestro voto, de conseguir en la Cámara de Diputados una mayoría real de oposición que fortalezca nuestra democracia y no propiciar que los diputados morenistas con su jefe, terminen por destrozarla más.